En lo más profundo de las tierras de San Juan de Tarucani, un distrito ubicado a tres horas de la ciudad de Arequipa, se encuentra una humilde casa de adobe. Allí, entre sus paredes resistentes y su tejado de calamina, la señora Frida Llachanco LLaquispe, de 51 años, teje con devoción y entrega el hilo de su vida: el arte ancestral del tejido en lana de baby alpaca.
Desde su más tierna infancia, Frida fue bendecida con la herencia de la pasión por el tejido, legado sagrado que le fue transmitido por su madre. En esta casa de adobe, los susurros de las generaciones pasadas se entrelazan con cada fibra, y la sabiduría ancestral cobra vida en sus manos pacientes y expertas. Fue así como aprendió los secretos y la magia de hilar al compás de la corriente del agua, técnicas que le permitieron dominar este arte con una destreza única.
«Al principio, mis manos temblaban intentando seguir el ritmo veloz de mi madre, pero con el tiempo, fui descubriendo mis propios métodos y hallando mi propio compás», dijo para Iletrados Noticias la señora Frida, con una mirada cargada de nostalgia.
Movida por un deseo genuino de compartir su tesoro con el mundo, Frida se convirtió en maestra para sus vecinas, contagiándolas con la pasión y la magia de los hilos. Juntas, formaron la asociación «Manos Creativas», una organización donde las almas creativas se unieron en un vínculo sagrado con el pasado, convirtiéndola más adelante en la tesorera de este grupo de artesanas.
A lo largo del año, Frida participa en cinco ferias en la ciudad de Arequipa, donde despliega su obra maestra: chullos, chalinas, guantes y otras piezas delicadas tejidas con la lana preciosa de la baby alpaca. A pesar de las largas y agotadoras tres horas de viaje desde su pueblo natal, ella se entrega con pasión a su labor, portando consigo los frutos de su trabajo y el legado imperecedero de su madre.
Frida nos comparte que su rebaño de alpacas fue un regalo heredado de su madre. En tiempos pasados, su hogar albergaba una variedad de estos camélidos, pero las restricciones impuestas por la protección de la vicuña han reducido su manada a tan solo 60 alpacas. Sin embargo las cuida, protege y las ama como si fueran un tesoro invaluable, manteniendo viva la esencia de su legado.
Actualmente, la señora Frida continúa vendiendo sus creaciones, infundiendo en cada puntada el amor y la dedicación que solo un verdadero artesano puede ofrecer. Con una voz llena de convicción y emoción, alienta a las personas a perseverar e incursionar en el arte del tejido, instándolos a no permitir que esta tradición ancestral se desvanezca en el olvido.
«El tejido es mi pasión, mi vida. Les ruego a todos ustedes que sigan cultivando estas artesanías, que mantengan viva esta tradición. No dejemos que el arte del tejido muera», dijo la señora Frida.