
Por: Camila Durand Pineda.
Durante la mañana del 19 de junio, un cohete lanzado desde Irán alcanzó el hospital Soroka en Beersheba, mientras Israel respondió bombardeando el reactor pesado de Arak.
El ataque dejó al menos 240 heridos, según el Ministerio de Salud de Israel, mientras que el Soroka Medical Center sufrió graves daños. Horas más tarde, las Fuerzas de Defensa de Israel confirmaron bombardeos sobre un reactor de agua pesada en Arak, además de otras infraestructuras atómicas clave.
El primer ministro Benjamin Netanyahu calificó el ataque al hospital como un “acto terrorista” y responsabilizó directamente al gobierno iraní, al que describió como un “régimen tirano”. Afirmó que la ofensiva israelí continuará hasta neutralizar toda amenaza nuclear proveniente de Teherán.
Por su parte, Irán reconoció el lanzamiento de misiles, aunque aseguró que los blancos eran objetivos militares. Las autoridades iraníes niegan víctimas entre civiles evacuados en Teherán, pese a que medios locales reportan caos y bloqueos en las principales vías de salida de la capital.
La comunidad internacional observa con preocupación. Gobiernos como los de Australia, Nueva Zelanda y Lituania han iniciado planes de evacuación preventiva ante el riesgo de una escalada mayor. Mientras tanto, miles de ciudadanos intentan salir de Irán.
Expertos advierten que este intercambio podría marcar el inicio de un conflicto abierto entre ambos países, con implicaciones globales. La destrucción de infraestructuras civiles y nucleares ha encendido las alarmas por posibles violaciones al derecho internacional y la amenaza de una crisis regional sin precedentes.
Fuente: El País.