“Uno junta su platita para pagar los medicamentos, pero los delincuentes se aprovechan de la necesidad y el dolor”, dice entre lágrimas Olinda Mamani Mamani, esposa de Abdon Clever Ingalla Vargas, un minero internado en UCI del hospital Honorio Delgado Espinoza, tras sufrir graves quemaduras en el incendio de Secocha, en la provincia de Camaná. Su testimonio refleja el calvario de una familia que, además de enfrentar una tragedia, fue víctima de una cruel estafa.
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Olinda relata que todo ocurrió cuando regresó a Secocha para coordinar asuntos con la dueña de la habitación donde vivía su esposo antes del accidente. Durante su estadía, recibió una llamada inesperada.
Al otro lado de la línea, un hombre que se identificó como el “doctor Gutiérrez”, supuesto jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Honorio Delgado, le pidió realizar un depósito urgente para adquirir medicamentos esenciales para el padre de sus hijos. Desesperada y sin sospechar, la madre de familia transfirió 1250 soles en dos pagos a través de Yape. Minutos después, descubrió que había sido bloqueada.
El destinatario de la transferencia fue José Quintiliano Saucedo García, un estafador con más de 100 denuncias por este tipo de delitos.
“No es justo que se aprovechen. Mi esposo sigue en estado crítico y el dinero que teníamos se ha perdido. Ahora nos falta completar para más medicamentos”, expresa Olinda, quebrada por la impotencia.
ESTADO CRÍTICO
El director del hospital, César Molina Núñez, informó que el estado del minero sigue siendo reservado. Con más del 60% de su cuerpo quemado, requiere sedantes constantes para aliviar el dolor y numerosos vendajes por los frecuentes cambios que se realizan en su tratamiento.
“Tenemos fe en su recuperación. A pesar de la gravedad de su estado, estamos brindándole toda la atención posible para que responda favorablemente al tratamiento”, señaló el médico, reafirmando el compromiso de su equipo.
RED DE ESTAFA
José Quintiliano Saucedo no actúa solo. Su modus operandi se centra en aprovecharse de personas con familiares hospitalizados, utilizando nombres de médicos ficticios para inspirar confianza y lograr que las víctimas realicen transferencias de dinero.
El caso de Olinda no es aislado. Dos hermanas, quienes pasan sus días en el IREN SUR, buscaban donaciones de sangre y plaquetas para su madre de 63 años casi caen en la misma trampa. “Nos llamó diciendo que necesitábamos medicamentos urgentes. Fue muy insistente, pero cuando mencioné que iba a subir al piso donde estaba mi mamá, se puso nervioso y colgué”, contó una de las hijas, quien también recibió una llamada del supuesto “doctor Gutiérrez”.
A pesar de las decenas de denuncias que pesan sobre Saucedo, las autoridades no han logrado detenerlo. Su impunidad pone en evidencia una alarmante falla en el sistema de justicia, permitiendo que continúe operando desde la clandestinidad y dejando a más familias desamparadas y engañadas.