El último sábado, el destino de Rutmery Quintanilla y sus hijos de 7 y 1 año y medio se transformó en una pesadilla. Un huaico, desbordado por la naturaleza, arrasó con su hogar de bloquetas y techo de calamina, ubicado en la zona alta de Alto Selva Alegre, en Arequipa. A tan solo una hora y media del centro de la ciudad, la tragedia tocó a la puerta de un humilde hogar, que ahora solo queda en ruinas.
Con la voz quebrada por el llanto, Rutmery relató cómo ella y sus pequeños, quienes ayudaban a sus vecinas, fueron sorprendidos por la fuerza imparable del lodo, las piedras y el agua que inundaron su casa. “Fue horrible, nosotros somos de Apurímac, llegamos a Arequipa buscando un futuro mejor, sin imaginar que esto nos iba a suceder”, confesó, recordando cómo la vida había cambiado en un instante. “Mi pareja fue operado hace seis meses y desde entonces no he podido trabajar. Yo soy la que tiene que cuidar a mis pequeños, y ahora no sé qué hacer”, añadió, entre lágrimas, mientras miraba a sus hijos, que por unos segundos parecían ajenos al sufrimiento que les rodeaba.

Por el momento, madre e hijos se encuentran en la casa de la madre de Rutmery, quien también vio su hogar afectado por el huaico. La familia, despojada de todo, pide a las autoridades y a la población en general un poco de ayuda, no solo material, sino también la fuerza para reconstruir sus vidas y enfrentar los días inciertos que les esperan.
OTRO CASO
Pero esta no fue la única familia que vivió el horror de esa tarde. A unos metros, la vivienda de Sujey y su esposo Erick también quedó completamente destruida por la furia del huaico. Sus hijos, de 6, 14 y 17 años, vivieron momentos de terror cuando el agua, al ingresar por una de las habitaciones, derrumbó la pared y anegó la casa en segundos.

Sujey relató entre lágrimas: “Yo entré al cuarto de mi hija para sacar algunas cosas y vi cómo el agua filtraba entre las bloquetas. Mis hijos se habían quedado en la cocina, tratando de proteger sus cuadernos, y yo salí a ver qué pasaba. Cuando rodeé la casa, el agua ya estaba a la altura de la calamina. Gritaba para que salieran, corrí, y cuando entré, todo estaba inundado. Mis hijos estaban atrapados dentro. Un vecino me ayudó y, por fin, logramos salir”. Tras ese aterrador momento, la familia de Sujey, con lo poco que pudieron rescatar, se refugió en la casa de un familiar, buscando un poco de alivio ante la tragedia.
Sin embargo, lo que más les duele es la falta de respuesta de las autoridades. Hasta el momento, no han recibido apoyo alguno de la Municipalidad Distrital de Alto Selva Alegre ni de Defensa Civil para evaluar los daños. “Nadie ha venido a ayudarnos. No sabemos qué hacer”, expresó Sujey, mientras miraba los pocos objetos que aún quedaban intactos en su hogar destruido. Con las clases de sus hijos a punto de comenzar, la familia solicita ayuda urgente: carpas, útiles escolares y lo más necesario para empezar de nuevo.
Las vidas de estas familias, que llegaron a Arequipa con sueños de un futuro mejor, se ven marcadas por una tragedia que no solo destruye hogares, sino que arrastra las esperanzas de quienes, con esfuerzo, intentan salir adelante.
Hoy, más que nunca, la solidaridad y el apoyo mutuo se hacen indispensables. Cualquier ayuda pueden ir al lugar.