Tenía apenas tres años cuando Camila fue diagnosticada con leucemia. Desde entonces, ha luchado junto a su madre contra esta enfermedad. Hoy, a sus siete años, está a punto de lograr lo que parecía imposible: vencerla. Ella es una de los más de 70 niños que reciben tratamiento en el Instituto Regional de Enfermedades Neoplásicas del Sur (IREN SUR), un lugar donde las lágrimas se mezclan con la esperanza.
Este día, Esperanza Vilca, madre de Camila, llegó al IREN SUR para participar en la celebración del XV aniversario del Servicio de Oncopediatría. Entre risas, abrazos y música, los niños y sus familias dejaron de lado el dolor que ha marcado sus vidas. “Nosotras somos de Hunter”, comenta Esperanza con una sonrisa, “agradezco a todas las personas que organizan esta actividad; es un respiro para nuestros corazones. Es difícil olvidar los días de quimioterapia, fue muy duro. Ahora mi hija ya las dejó y sigue con su tratamiento”. Esperanza, quien además es madre de un niño de dos años, no dejó pasar la oportunidad de bailar en la fiesta, buscando ganar un premio para su pequeña guerrera.
Luz Marina Arizaca, presidenta de la Asociación Valientes Leoncitos del Sur, se ha convertido en un pilar para las familias que enfrentan esta dura batalla. “Los niños con cáncer no solo son de Arequipa. Llegan de todas partes: Puno, Moquegua, Tacna, Madre de Dios y Cusco”, dice con orgullo. Sin embargo, su mensaje es claro: “Este es un momento de paz, pero quiero pedirle a la población que nos ayuden donando sangre. Nuestros pequeños la necesitan. Hay niños que lamentablemente mueren por la falta de ayuda”.
Mientras un payacito saca sonrisas y provoca que padres e hijos se unan en la pista de baile, la alegría es palpable. En el evento también participaron iglesias cristianas y el voluntariado Sinchi Warmi. Karen Paz, presidenta de la agrupación, recuerda con nostalgia cómo cada visita al hospital trae consigo nuevos rostros: “Cada vez que venimos hay nuevos niños, algunos vencen la enfermedad, otros tristemente no lo logran”.
A pesar de las dificultades, el trabajo del voluntariado es incansable. “Nuestro apoyo es constante, de enero a diciembre. Seguimos el progreso de los niños, les ofrecemos ayuda espiritual y les damos actividades para distraerse. Muchos salen triunfantes, y para eso estamos aquí, para darles fuerza a ellos y a sus familias”, comenta Karen, rodeada de sus compañeras.
Un rayo de esperanza
En medio de la incertidumbre y las pruebas que enfrentan estos pequeños guerreros, hay algo que nunca se apaga: la esperanza. Historias como la de Camila muestran que, a pesar de los momentos oscuros, siempre hay una luz al final del túnel. Cada día que pasa es un paso más hacia la victoria, no solo sobre la enfermedad, sino sobre el miedo y la desesperanza.
En el IREN SUR, los niños no solo luchan contra el cáncer, también luchan por sus sueños, y con el amor de sus familias y la solidaridad de todos, cada vez están más cerca de alcanzarlos. Porque la verdadera victoria no es solo vencer la enfermedad, sino mantener viva la esperanza, para que cada niño pueda seguir soñando con un futuro lleno de vida.